Eres mi mejor sueño by Clara Álbori

Eres mi mejor sueño by Clara Álbori

autor:Clara Álbori
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2018-01-08T23:00:00+00:00


* * *

Daniela se despertó notando un cuerpo pegado a su espalda. No recordaba haberse ido a la cama la noche anterior. Bajó la mirada a su pecho y vio una mano morena sobre la suya. Sus dedos estaban entrelazados. No podía creerse que hubiera dormido con Gael. Una boba sonrisa se instaló en su rostro e hizo que el brazo que la rodeaba la abrazara más. Comenzó a acariciar con la mano levemente sus nudillos y cerró los ojos disfrutando de esa sensación única. Jamás volverían a estar así y quería que durara lo máximo posible antes de volver a la realidad y, con ella, a fingir que todo era como siempre. Pero esas caricias hicieron que Gael se despertara. Ella lo notó y no pudo evitar tensarse. Un sudor frío invadió su cuerpo al sentirse nerviosa por si le había pillado. Esperaba que no. Cerró los ojos para hacerse la dormida y esperó ansiosa a ver qué hacía. Podía escuchar el latido intenso de su corazón y cómo este chocaba contra sus costillas.

—¡Joder, maldita sea! —le escuchó maldecir a su espalda, y notó que se levantaba y salía del cuarto cerrando la puerta.

Daniela tuvo un déjà vu del día que se besaron y cómo, tras hacerlo, él se separó de golpe, como si ella tuviera la peste. Cerró los ojos y, tras asegurarse de que estaba sola, se levantó. Estaba claro que su relación se rompió ese mismo día y que jamás volverían a ser los que eran. No cuando sus estúpidos sentimientos habían decidido volar por libre.

Miró aquella puerta de madera y se preguntó cómo iba a poder ahora mirarle a la cara. Por más que quisiera fingir, en ese momento se sentía demasiado abrumada y dolida como para salir de ahí con una sonrisa. Estaba claro que lo mejor era alejarse de él ahora que esperar a que todo se complicara más. Apoyó la mano en el pomo decidida a hablar con él y sincerarse, pero no podía hacerlo. Aquello iba a ser humillante. Miró la hora y vio que eran las diez. En una hora entraba a trabajar. Buscó la bolsa, pero cayó en la cuenta de que estaba en el piso de arriba. Maldijo y se tiró literalmente del pelo, aunque no se hizo daño. Se lo recogió en una coleta mal hecha y abrió la ventana para irse a su casa y cambiarse. Era una auténtica locura escaparse por la ventana, pero tras las palabras que había escuchado de su boca… prefería eso a verle la cara.

Corrió hasta su casa en pijama y escondiéndose por los rincones para que nadie la viera. Si cogía a Sally, Gael se daría cuenta de que se había ido.

Pero él estaba bastante distraído como para saber qué estaba sucediendo a su alrededor.

—A ver, Tore —le dijo a la perra mientras no dejaba de dar vueltas por el salón—. Sé qué quiero, pero no sé decirlo, así que ensayemos. Tú haces de Daniela y yo, pues de mí. —La perra torció la cabeza—.



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